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El amor en el siglo XXI

Actualizado: 9 dic 2021

Como diría Bauman en su libro “amor líquido”, vivimos en una sociedad en la cual el amor se ha convertido en algo de usar y tirar. Concebir una relación como algo temporal y no perecedero, sentir que puedo saltar de relación en relación sin implicarme demasiado emocionalmente.


Vivimos en la época de la obsolescencia programada, fenómeno por el cual las cosas duran un periodo determinado y luego se quedan obsoletas. Ya no interesa que los productos duren para siempre, se busca que haya un consumismo constante, y por ello estamos todo el tiempo expuestos a actualizaciones. El último modelo de móvil, la última lavadora, la nueva forma de planchar o el nuevo coche, son algunos de los ejemplos que hacen que pongamos el foco en lo nuevo, en lo actualizado, antes que invertir tiempo y dinero en arreglar lo que ya tenemos.

Sale más económico comprar algo nuevo que reparar lo que ya tenemos.


Cuando pedimos presupuesto para arreglar lo que se nos ha estropeado, podemos ver como muchas veces nos sale más rentable comprar algo nuevo y “mejor”.


¿Te suena lo anterior? Y si ahora llevamos esta idea a las relaciones, ¿has tenido alguna experiencia en la que has sentido poca implicación emocional?


¿Has tenido alguna relación donde la otra persona no estaba dispuesta a comprometerse y rehuía de cualquier etiqueta? Esto puede haber creado en ti una sensación de incertidumbre e inestabilidad porque no sabías cuales eran las bases del vínculo ni los limites. La otra persona, desde su individualismo, realmente no atendía a tus necesidades ni a las necesidades comunes, aunque esto te generaba malestar e inestabilidad te mantenías a su lado esperando que algún día fuera diferente. Incluso has podido tener tú esta necesidad de no querer etiquetar, de no poner en palabras lo que está pasando ya que así tienes la sensación de mayor libertad.


Sin embargo, las personas no somos objetos, las personas sentimos, nos emocionamos y tenemos necesidades.


Por ello merecemos saber la verdad, conocer en qué punto está la otra persona y tomar conciencia de en que punto estamos nosotros, se trata de ser responsables afectivamente.


¿Has sentido cómo tu pareja no se responsabiliza de las cosas que no van tan bien en la relación? Tienes la sensación de que prefiere pasar del tema y no comprometerse con el cambio. Prioriza su necesidad individual de vivir algo placentero y no aquello que genere malestar.


Cuando hablamos de vínculos frágiles, hablamos de la incapacidad de permanecer en una relación, de lo fugaz del encuentro y de la búsqueda de otro diferente para que siga satisfaciendo esa necesidad de consumir, de consumir otra relación sin haber intentado estar de manera sincera en la anterior.


Y al hablar de relaciones y de vínculos, también hablamos de sexualidad. El sexo se ha ido alejando del significado que tenía en sus inicios: la reproducción, para convertirse en algo que tiene un fin en si mismo. Lo placentero se obtiene en el mismo encuentro, y el homo consumens busca encuentros sexuales sin implicación emocional. ¿Te has encontrado en alguna situación donde tú querías tener algo más y la otra persona solo buscaba tener una relación sexual? El sexo es una forma de estar con el otro, es una forma de acercamiento, una forma de ser junto a otra persona, en el sexo hay una implicación, del tipo que sea, y negar esta parte sería desvincularnos del concepto cuerpo-mente. Como diría Bauman, “la insoportable levedad del sexo” puede hacer que sientas confusión, desvinculación o disociación. Por ello, es importante que seas consciente de lo que realmente necesitas, de si te estás sintiendo bien haciendo lo que haces o no, o de si esa relación te esta generando una sensación de incertidumbre que no te permite estar seguro/a.


Déjame decirte que tienes derecho a querer algo diferente, o al menos a replantearte lo que estás teniendo o has tenido.


En primer lugar, tienes derecho a que haya sinceridad en tu relación. Sinceridad contigo mismo/a y sinceridad con la otra persona.

¿Sabes poner nombre a lo que estás teniendo?

¿Cuáles son las necesidades que tienes en tu relación?

Esas necesidades, ¿son iguales para tu pareja también?

¿De qué forma satisfaces esas necesidades?

Y tu pareja, ¿las satisface del mismo modo?

¿Cuáles son las bases de tu relación?

¿Y tus limites?


Por ejemplo, puede ser que ambas partes hayáis acordado tener una relación abierta, entonces los límites son diferentes que si habéis acordado tener una relación donde el vínculo se limita a vosotros dos. Por otro lado, una necesidad de tu pareja puede ser que ambos paséis tiempo con su familia y sin embargo, para ti no es una necesidad e incluso preferirías no hacerlo, aquí es muy importante negociar esas necesidades y llegar a un punto en común. Si las necesidades de cada uno no coinciden con las del otro, entonces habría que plantear cuales son las bases de la relación. Las bases de una relación son aquellas sobre las que se asienta el vínculo, sobre lo que descansa, lo que sirve de soporte. ¿Cómo es la comunicación entre vosotros? ¿Soléis hablar desde la asertividad y la propia experiencia? ¿O por el contrario, habláis desde el “tú” y juzgáis lo que hace el otro?


Tienes derecho a saber y buscar lo que necesitas, a lo mejor un encuentro sexual cada dos semanas no es lo que te está satisfaciendo realmente, a ti te gustaría compartir más

con esa persona pero sin embargo “aceptas” eso que te da, aunque sea mucho menos de lo que te gustaría tener.


En segundo lugar, tienes derecho a una comunicación sincera. Una vez que has reflexionado sobre el punto en el que estáis, en el que estás y en el que crees que está la otra persona, ¿por qué no hablar sobre ello?. “Yo siento esto y necesito esto, ¿tú como te sientes respecto a esto?” Una comunicación sincera implica hablar de cómo me siento y esperar que el otro me hable de cómo se siente, de forma sincera. Esto permite tener claro hacia dónde ir, con cuidado y respeto. Si conozco cual es el punto de partida puedo ser más consciente de la situación real y no invertir tanto tiempo en adivinar el pensamiento del otro, “no sé si querrá lo mismo que yo”, “parece que quiere una cosa pero luego hace otra”. La herramienta más útil para los seres humanos: la comunicación.


Busca lo que te haga sentir bien, a nivel emocional, afectivo y sexual. El ser humano es un ser social y necesita al otro para sobrevivir, el otro es quién nos sirve de modelo, nos enseña a regularnos emocionalmente cuando somos pequeños, es el otro a través del que aprendemos a vivir en el mundo. Por lo tanto, es el otro, cuando somos adultos, el que nos sirve de reflejo, el que nos acompaña, el que nos sostiene, el que nos cuida y el que nos debería respetar. Si sientes que esa persona no te está acompañando, respetando y cuidando, quizá no estés donde deberías estar.

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